Desde el Blog de ASDE os traemos hasta aquí el siguiente reportaje:
"La amistad scout nunca muere
Domingo, 02 de Septiembre de 2012, Beatriz G. Blasco
“Llegará un momento en que las fotos de aquellos años se nos acaben, que ya no tengamos más para subir al Facebook, pero la amistad scout nunca se va a acabar”. Este mensaje, nacido de los labios del veterano escultista Luis Ibarra, encargado de descubrir junto a Francisco Gallego la placa que ya luce en la fachada trasera de la iglesia de Santa Teresa, es refrendado por la treintena de scouts de otras épocas que ayer se dieron cita en un entrañable encuentro. En la reunión estuvo el presidente de la Asociación de Scouts de España (ASDE), Julio del Valle, acompañado de Diego Cobos, integrante también del equipo federal. En primer lugar del Valle destacó la labor que el actual presidente de los scouts en Ceuta está desarrollando con los alrededor de 50 niños y jóvenes que actualmente componen la asociación. “Ha conseguido retomar la actividad y que los niños ceutíes tengan la oportunidad de formarse con los mismos buenos valores que a nosotros nos inculcaron”, se congratuló el presidente de ASDE. También agradeció, en presencia del párroco de Santa Teresa, el apoyo que siempre ha dado la iglesia y también otras religiones a lo largo y ancho del mundo, al movimiento scout. Del Valle, asimismo, recordó que por mucho que las cosas cambien “las ganas de imprimir buenos valores a la sociedad siempre están ahí” y que “gente comprometida siempre se necesita”. La despedida no pudo ser más scout: “¡Que tengáis buena caza!”.
En representación del Gobierno de la Ciudad estuvo Manuel Coronado, quien obsequió con un recuerdo a Julio del Valle y aseguró a los scouts el respaldo y apoyo de las instituciones locales. “Este es un lugar emblemático para los escultistas ceutíes”, recalcó Coronado, “hemos de dar las gracias a su actual presidente y su equipo por hacer renacer valores que nuestra sociedad está perdiendo”. Y es que, si en algo coincidieron todos los presentes, fue en la necesidad de que un encuentro como el de ayer no quede en anécdota y que, en años venideros, puedan darse más. Que la experiencia se repita “pero con cierto espacio de tiempo, para que nos haga más ilusión”, en opinión de quien a finales de los 70 y principios de los 80 fue subcomisario de zona y consiguió acercar a los escultistas ceutíes a los peninsulares gracias a sus contactos en Málaga, Francisco Gallego. En la misma línea fue el discurso de Jesús Martín, actual presidente de la Asociación Scout ‘Omaha’ de Ceuta, quien confía en que “ahora que se nos ha despertado el gusanillo, este hermanamiento scout debe seguir adelante”.
Frente a ellos una treintena de antiguos escultistas, algunos llegados de diferentes puntos de la península, (en la posterior comida que tuvo lugar en las Murallas Reales el número ascendió hasta el medio centenar) que no dejaban de abrazarse, reconocerse y desempolvar las más divertidas anécdotas. “¡Sin la pañoleta blanca y negra ya no te conozco!”, se oía exclamar antes del acto. “Es que... ¿cuántos años han pasado? ¿Quince? ¿Veinte? ¡Qué recuerdos...!”, se escuchaba de repente.
En ese grupo figuraban los hermanos Paqui y José Ramón Lozano, descendientes de familia scout cuyo máximo exponente fue su progenitor, Manuel Lozano, era jefe de Grupo. Ahora residente en Almería, la sonrisa de Paqui daba buena cuenta de que le estaba gustando la experiencia. “A algunos no los veía desde hace muchísimo tiempo, estamos recordando campamentos, que es lo que más une”, explicaba, “a la mayoría los he reconocido, no han perdido la fisionomía, la cara la guardan”. Le cuesta quedarse con un único recuerdo, pero opta por aquellos meses en que se construyeron los locales tras el templo de Santa Teresa que hoy todos están visualizando a pesar de que ya no existen. “Lo construimos nosotros, haciendo de ayudantes de albañil, y luego estábamos muy orgullosos porque era un local que realmente habíamos hecho entre todos, niños de todas las edades”, explica quien, a pesar de no residir en Ceuta, sí que ha estado en contacto con los scouts de su ciudad de residencia, Almería.
Su hermano José Ramón, que llegó a ser jefe de Grupo 238 por decisión de sus compañeros allá por 1978, considera que esta asociación universal “es preciosa porque está llena de valores como el respeto, el honor, la amistad, la hermandad... algo que funciona en todo el mundo y donde cabe cualquier persona sea cual sea su ideología”. Asegura que los gestos delatan a sus compañeros. Que si bien “uno está un poquito más calvo o con más barriga al final, en la gesticulación, se reconoce fácilmente a todo el mundo”. Los tres campamentos en la península que se llegaron a organizar en aquellos años no se borran de su cabeza, así como la satisfacción que le creaba educar en valores a los niños.
Recuerdos todos gratos que pudieron ser compartidos por unos y otros. “Hoy no hacemos otra cosa que cambiar de pareja... de charla, ¿eh?”, bromeaba otro integrante scout luciendo su pañoleta al cuello. Un encuentro que dio para mucho y que dejó un gran sabor de boca. Una reunión que, más pronto que tarde, se repetirá.
En representación del Gobierno de la Ciudad estuvo Manuel Coronado, quien obsequió con un recuerdo a Julio del Valle y aseguró a los scouts el respaldo y apoyo de las instituciones locales. “Este es un lugar emblemático para los escultistas ceutíes”, recalcó Coronado, “hemos de dar las gracias a su actual presidente y su equipo por hacer renacer valores que nuestra sociedad está perdiendo”. Y es que, si en algo coincidieron todos los presentes, fue en la necesidad de que un encuentro como el de ayer no quede en anécdota y que, en años venideros, puedan darse más. Que la experiencia se repita “pero con cierto espacio de tiempo, para que nos haga más ilusión”, en opinión de quien a finales de los 70 y principios de los 80 fue subcomisario de zona y consiguió acercar a los escultistas ceutíes a los peninsulares gracias a sus contactos en Málaga, Francisco Gallego. En la misma línea fue el discurso de Jesús Martín, actual presidente de la Asociación Scout ‘Omaha’ de Ceuta, quien confía en que “ahora que se nos ha despertado el gusanillo, este hermanamiento scout debe seguir adelante”.
Frente a ellos una treintena de antiguos escultistas, algunos llegados de diferentes puntos de la península, (en la posterior comida que tuvo lugar en las Murallas Reales el número ascendió hasta el medio centenar) que no dejaban de abrazarse, reconocerse y desempolvar las más divertidas anécdotas. “¡Sin la pañoleta blanca y negra ya no te conozco!”, se oía exclamar antes del acto. “Es que... ¿cuántos años han pasado? ¿Quince? ¿Veinte? ¡Qué recuerdos...!”, se escuchaba de repente.
En ese grupo figuraban los hermanos Paqui y José Ramón Lozano, descendientes de familia scout cuyo máximo exponente fue su progenitor, Manuel Lozano, era jefe de Grupo. Ahora residente en Almería, la sonrisa de Paqui daba buena cuenta de que le estaba gustando la experiencia. “A algunos no los veía desde hace muchísimo tiempo, estamos recordando campamentos, que es lo que más une”, explicaba, “a la mayoría los he reconocido, no han perdido la fisionomía, la cara la guardan”. Le cuesta quedarse con un único recuerdo, pero opta por aquellos meses en que se construyeron los locales tras el templo de Santa Teresa que hoy todos están visualizando a pesar de que ya no existen. “Lo construimos nosotros, haciendo de ayudantes de albañil, y luego estábamos muy orgullosos porque era un local que realmente habíamos hecho entre todos, niños de todas las edades”, explica quien, a pesar de no residir en Ceuta, sí que ha estado en contacto con los scouts de su ciudad de residencia, Almería.
Su hermano José Ramón, que llegó a ser jefe de Grupo 238 por decisión de sus compañeros allá por 1978, considera que esta asociación universal “es preciosa porque está llena de valores como el respeto, el honor, la amistad, la hermandad... algo que funciona en todo el mundo y donde cabe cualquier persona sea cual sea su ideología”. Asegura que los gestos delatan a sus compañeros. Que si bien “uno está un poquito más calvo o con más barriga al final, en la gesticulación, se reconoce fácilmente a todo el mundo”. Los tres campamentos en la península que se llegaron a organizar en aquellos años no se borran de su cabeza, así como la satisfacción que le creaba educar en valores a los niños.
Recuerdos todos gratos que pudieron ser compartidos por unos y otros. “Hoy no hacemos otra cosa que cambiar de pareja... de charla, ¿eh?”, bromeaba otro integrante scout luciendo su pañoleta al cuello. Un encuentro que dio para mucho y que dejó un gran sabor de boca. Una reunión que, más pronto que tarde, se repetirá.
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